Se aproxima la Navidad y año a año esta fiesta pone en pie a millones y millones de personas en todo el mundo que, lo sepan o no, sean creyentes o no, buscan tener esperanza. Algunos ponen la esperanza en las ventas o en los días de descanso correspondiente al calendario de las fiestas de fin de año; otros en no estar otro día solos o en reconciliarse con la familia o los amigos distanciados.
La Navidad viene con la impronta invisible y sutil de la esperanza en algo mejor. Pero, ¿qué quiere decir Navidad? En las lenguas romances la palabra proviene del adjetivo latino natalis o natale, que vendría a significar originariamente “fiesta concerniente a la natividad” o “fiesta navideña”; en italiano natale, en catalán nadal, en francés noel. Entonces, Navidad es la fiesta del nacimiento.
Navidad es un corazón abierto a la fiesta del volver a nacer. Es el festejo que puedo hacer si he podido interpelar, limpiar y sanar mi corazón para llenarlo de nuevos sueños. Y desde ahí me abro a la esperanza. Todo lo demás no es Navidad. Para que nazca una nueva vida en mí, necesito de un corazón que se abra a la semilla de los sueños, que permita que germinen y nazcan. Un corazón que se reconoce plagado de zonas oscuras, que está siendo entorpecido por las culpas y los resentimientos, que se deja interpelar y acepta las respuestas, que se reconoce atado a lo material, a las verdades del mundo que hacen agua por todos lados; un corazón que quiere ser sanado y limpiado, que es valiente para verse lleno de agujeros por los rencores, la falta de perdón y el desamor, es un corazón que puede volver a ennoblecerse con la semilla de un nuevo sueño. En un corazón que ha sanado sus heridas, hay una tierra palpitante que quiere ser sembrada nuevamente. Sabe que costó mucho y quiere volver a dar frutos de perdón, de amor, de esperanza.
Entonces, si encaro la Navidad como el tiempo de un nuevo nacimiento, puedo entender por qué hay tantas personas que celebran el nacimiento de quien tuviera el corazón más excelso de la humanidad y nos dejó como ejemplo un camino de amor, de verdad, de vida y de esperanza. Un territorio donde lo único que importa es amar más. Entonces este nuevo corazón se precipita en el servicio a los que más lo necesitan, se entrega por el otro, tiene compasión por el dolor ajeno.
El corazón se ensancha con lo que se llena. Este corazón navideño, el que festeja su renacer, se ensancha con lo que tengo para dar. En este tiempo de espera ante la renovada esperanza de la Navidad, tenemos la oportunidad de interpelar a nuestro corazón para saber cómo está hoy. ¿Con qué sueños quiero llenarlo? ¿Tengo el terreno preparado para que germine la semilla? ¿Quiero renacer y ser mejor persona por mí y por los demás? ¿Cómo voy a festejar esta Navidad? ¿Voy a compartir la mitad de mi plato con alguien que no tiene para comer? ¿Voy a mirar alrededor y a tratar de que haya alguien que se sienta menos solo? ¿Qué voy a hacer de mí en este tiempo de renacimiento? ¿Voy a dejar pasar la oportunidad de compartir mi esperanza?
Y alguna pregunta más. Para que renazcan los sueños en mi corazón, ¿con quién cuento? ¿De qué lugar provienen los sueños del amor? ¿Quién te los siembra? Cada año se nos da una oportunidad para encontrar en el nacimiento de Jesús una vida nueva. Que esta Navidad nos encuentre preparados para que entren los nuevos sueños. Que tu corazón resplandeciente abrigue la alegría de llenarse de esperanza. Por vos y por los que te necesitan.
22 de diciembre del 2014
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