Para decir cómo llegué al viento y a la brisa a los atardeceres duplicados en el agua a los rojos acantilados y los ríos, a las nieves y los fríos,
y a las veredas de otoño en amarillos, a las bardas, la jarilla y a los albores en cielos asombrados en cóndores y brillos, a los colores del norte, a los lagos del sur, a los desiertos alados a los azules de cielos tan océanos como nidos
debería contar mi historia entera cuando nací sin fronteras sin límites de ideas sin símbolos y sin vestido.
En esta tierra que habito se me dio el nombre de todo lo vivido.
Vida que vive en el agua,
en el aceite
en el pan sagrado y en el vino.
LC 17 de junio 2020
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